La mejor forma de honrar nuestro amor y nuestros países
El ser ecuatoriana y estar casada con un chileno implica conocer y aprender sobre nuestros países. Y es que la lista de diferencias y similitudes es larga. En mi caso, me enamoré del delicioso pan, entendí y pronuncié las nuevas palabras, aprendí a hacer empanadas, conocí de historias, personajes, lugares… y me maravillé con sus Fiestas Patrias. A Francisco, mi esposo, le sucede lo mismo con Ecuador. Juntos hemos aprendido a compartir de comida, cultura y tradiciones.
Un matrimonio Chile – Ecuatoriano
Es tal nuestro amor y consideración a Ecuador y Chile, que incluso los incluimos en nuestro matrimonio.
La delegación chilena llevó vino para la cena y golosinas chilenas que las combinamos con hallullas y panes ecuatorianos.
En nuestro baile, además del vals, bailamos cueca y la tradicional canción de mi ciudad Latacunga. En este punto Francisco no tuvo problema en bailar, pero admito que entender la cueca me costó. Practicamos todos los días antes del matrimonio e incluso entramos a una academia de cueca en Rancagua a quienes agradezco enormemente su paciencia y dedicación para enseñarme.
Payas y loas
También hicimos un encuentro de payas y loas. Los novios y un grupo representante a cada país dimos frases con rima y son. Con ese inicio y el vivir aquí, ha significado que reconozca con mucho cariño a Chile como mi segundo hogar. Es por ello, que al ser 18 esta paya quise dar.